Filippo Costa: Un Ícono de la Cultura Urbana de Caracas
Para mis paisanos venezolanos, especialmente a los caraqueños hoy les escribo sobre Filippo Costa, un ícono de la Cultura Urbana de Caracas. Si comiste perros calientes en la plaza Altamira… este texto es para ti.
Filippo Costa, inmigrante italiano nacido en Sicilia, llegó a Venezuela en 1967 buscando nuevas oportunidades, gracias a su cuñado Filippo Saglimbeni, quien ya era conocido por vender perros calientes en la Plaza Francia de Altamira. Esta conexión familiar le permitió a Costa integrarse rápidamente en la vida caraqueña, siguiendo los pasos de su cuñado y convirtiéndose en una figura emblemática de la ciudad de Caracas.
El Misterio de los dos Filippos
Esta historia trata de Filippo Costa, pero hay que mencionar a su cuñado: Filippo Saglimbeni, El cual fue uno de los pioneros de los Hot Dog en Venezuela, llego en la década de los 50 y abrió su puesto en la original Plaza Francia en la recién inaugurada urbanización Altamira, donde luego Costa trabajo por décadas en las noches. Normalmente se les confundía; los dos vendían perros calientes, sus esposas se llaman Carmela y ambos tienen un hijo de nombre Antonio. Filippo Saglimbeni fallece en 2014, pero su labor pionera juntos a otros, hizo del “Perro Caliente” parte de nuestra gastronomía popular venezolana.
En Caracas, Filippo gestionó su propio carrito de perros calientes en el municipio de Chacao, apuntando a una clientela muy especifica: Las personas que disfrutaban la vida nocturna de la ciudad, especialmente al este de la misma. Por esta razón trabajaba hasta la 1 y 2 de la mañana, especialmente los fines de semana, durante varias décadas fue el único vendedor de Perros Calientes abierto en las noches caraqueñas.
Con el tiempo, la actividad comercial de Filippo se convirtió en una tradición para los residentes. Su carisma y dedicación a sus clientes le ganaron el reconocimiento no solo de la comunidad, sino también del Instituto del Patrimonio Cultural (IPC), que lo declaró Patrimonio Cultural de la Ciudad en 2007, reconociendo su trabajo como parte del patrimonio oral e histórico del municipio Chacao y de la ciudad capital, Caracas.
El primer Perro Calentero: León Zinn
Honor a quien honor merece
¿Quién fue el primero? La pregunta de las 24 mil lochas, la respuesta: León Zinn. Un joven judío austriaco que huye del holocausto nazi y llega a Venezuela en 1939. Tipógrafo de profesión, monta un puesto de “Perros Calientes” en 1945 dentro del famoso parque Coney Island en Caracas. León fallece en 1977 dejando un legado de trabajo honesto y emprendedor, no si antes hacer de Venezuela su hogar.
Lugar de Encuentro.
A lo largo de los años, el puesto de Filippo se transformó en más que un simple negocio; fue un lugar de encuentro para los caraqueños, quienes disfrutaban de sus Perros Calientes (Hot Dogs) y su amigable atención. Por allí pasaron innumerables personajes de la Política, las artes, la farándula y de la sociedad capitalina; bien si eras alguien que salía de una discoteca, estudiabas para los exámenes finales o trabajabas de noche, terminabas comiéndote un Perro Caliente donde Filippo.
Filippo Costa tiene muchas anécdotas de aquellos años y de sus clientes; unos visitantes habituales eran los Presidentes Lusinchi y Carlos Andres Perez que hacían una parada estratégica antes de llegar a la Casona (Residencia Presidencial).
El juguito de piña.
Muchos recordaremos que Filippo no ofrecía refrescos o sodas en su puesto de perros calientes, nunca vimos marcas como Pepsi, CocaCola o Golden, el ofrecía Jugo de Piña. La razón de esto es muy sencilla según nos explica el propio Filippo: “Mi negocio no era vender refrescos, era vender Perros Calientes. Si yo vendía refrescos la gente se llenaba por el gas de las bebidas y comían uno o dos perros, pero… si bebían el juguito de piña sin gas… comían 3 y hasta 5 perros calientes”.
Esto es un buen ejemplo de tener claro y estar consciente de los objetivos de tu negocio sin importar el tamaño del mismo.
El Perro Especial: Un toque de buen humor.
Siempre recuerdo a un buen amigo, que cuando llegaba al puesto, Filippo siempre le ofrecía un “Perro Especial” y el siempre accedía. Todos sonreíamos de manera complice esperando el final para reírnos. El “Perro especial” no tenía salchicha.
Filippo recuerda que una vez alguien se comió 6 especiales. Y esa mamadera de gallo o jodedera típica del humor venezolano también fueron parte de el buen semblante de este emigrante italiano, que con una broma inocente buscaba hacer reír a sus clientes y hacer un poco más entretenida la noche.
¿Qué es de la vida de Filippo hoy?
Al llegar el siglo XXI los cambios en la dinamica de la ciudad y del país junto con las dificultades de mantener una operación nocturna, llevaron a Filippo a cerrar su puesto icónico en la Plaza Altamira, como muchos de nosotros, decide emigrar para acompañar y apoyar a su hijo en EEUU, donde hoy es un abuelo feliz que vive junto a sus nietos y su hijo Antonio.
Pero su legado aun sigue vivo en la memoria colectiva de la ciudad y a través de su hija Mariela y su esposo Roman, con un nuevo enfoque al prestigioso nombre de su padre: Filippo en tu Fiesta.
Filippo en tu Fiesta
Para los Costa, Perros Calientes es sinónimo de familia, dedicación al trabajo, buena atención y tradición, todo estos valores junto a un buen producto y receta se unieron en Filippo en tu Fiesta, la versión para eventos y fiestas privadas, para que los niños conozcan este icónico perro caliente y los no tan jovenes, recuerden buenos momentos con un gran sabor.
Filippo en tu Fiesta esta activo en Venezuela de la mano de su hija Mariela y según me comentaron, muy pronto en Miami, con Filippo en persona. Te recomiendo que los sigas en Instagram: @filippoentufiesta
Tuve el gusto de reencontrarme con Filippo en Miami, llevarle una de mis tazas y que me contara su historia, la cual comparto hoy.
¿Por qué contar esta historia?
El impacto de Filippo Costa no solo se mide en la cantidad de Perros Calientes (Hot dogs) vendidos, sino en el cariño con el que los caraqueños lo recuerdan. Personajes como el, no son solo comerciantes; representan la fusión de culturas que caracteriza a Venezuela y muestran cómo la inmigración puede y ha enriquecido el tejido social de nuestro país.
En tiempos en que la diáspora se ha expandido por todo el mundo. Estos relatos forman parte de la memoria colectiva y de nuestra cultura popular, también muestran los valores y el espíritu resiliente de los venezolanos.
Compartir estas crónicas nos permite recordar el valor de nuestras vivencias y cómo pequeñas historias forman parte de algo más grande: el gentilicio venezolano.
¿Tienes alguna anécdota curiosa o personaje icónico de tu ciudad? ¡Nos encantaría conocerla! Compártela en los comentarios.